Sexualidad y discapacidad: Una pantalla para lo íntimo en la discapacidad

Por Lic. Tamara Saúl

Sexualidad y discapacidad: Una pantalla para lo íntimo en la discapacidad

¨Hay que inyectarse todos los días con fantasías para no morir de realidad¨

Ray Bradbury

Bien sabemos que no hay nada de natural en la sexualidad humana. Los animales se comunican instintivamente. En los humanos no hay un saber biológico instintivo que se pueda transmitir acerca de cómo satisfacerse sexualmente, sobre cómo vincularse con el otro. La sexualidad es algo que se construye y cada sujeto construye su propia respuesta. Suele suceder que al sujeto con discapacidad se lo aborde desde sus necesidades vitales. En algunos casos se lo asiste en la alimentación, la higiene, se lo ¨re-habilita¨ para que pueda llevar a cabo sus actividades de la vida cotidiana intentando continuamente reparar aquello deficitario que puede presentar. Una persona con discapacidad a veces se lo entiende como alguien con capacidades disminuidas, por lo cual el otro le debe ¨prestar¨ sus capacidades para que pueda vivir. Y el problema surge cuando en el afán de querer cubrir todas las necesidades no se deja lugar a lo subjetivo y propio que puede tener ese cuerpo.

Jaques Lacan nos enseña que siempre hay un significante que falta, es decir, no hay manera de significar todas las demandas de un bebé, no hay manera de satisfacerlo por completo. Hay padres que creen que al tener un hijo o hija con discapacidad tienen que responder a todas sus necesidades y colmarlo continuamente, y no consideran como una de ellas la sexualidad. Para algunos, la sexualidad no sería una necesidad sino una satisfacción que se puede postergar porque tiene que ver con el placer. Y frente a un cuerpo ¨inválido¨ a rehabilitar no habría tiempo para el placer. Se quiere colmar todo y no dejar lugar a la falta de nada. Pero cuando no hay falta no hay sujeto, no hay deseo, y al negar la sexualidad de un sujeto, se lo niega como tal.

Hay algo de lo íntimo que se debe poner en juego para experimentar la sexualidad propia. Y si no se da lugar a que haya algo que no se pueda colmar o satisfacer, si no se admite que hay aspectos de un sujeto a los que no se puede (ni se debe) acceder, porque le pertenecen, no se da lugar a nada propio ni íntimo de ese sujeto, y el deseo queda extraviado.

A un sujeto que se le niega la intimidad, se le niega también la sexualidad. Por eso, cuando se sostiene la imagen ilusoria de que un niño con discapacidad no va a ser atravesado por mociones sexuales, como si fuera a ser un eterno niño, ¨un ángel asexuado¨, se lo deja en un lugar de objeto, sin deseos. El deseo es el deseo del otro, por ende el deseo del niño se constituye a partir del deseo del Otro primordial, ya sea su padre o su madre. Si estos lo piensan sin posibilidad futura de tener relaciones sexuales, de encontrarse con la diferencia sexual, ya estarían negando la posibilidad de goce, de deseo singular de su hijo o hija. En esos casos se constituirían sujetos sin borde, sin una ley que organice sus pulsiones sexuales, generando, por ejemplo, masturbaciones en lugares públicos o fuera de los límites que posibilitaría la incorporación de una ley. Si algo de lo íntimo y de lo privado no fue inscripto desde un comienzo, esos cuerpos actuarán sin regulación de lo sexual. Por ejemplo, el joven con discapacidad practicaría en espacios públicos aquello que debe quedar en la intimidad.

¿Qué sucede en aquellos casos en los cuales el sujeto debe depender por completo de otro para que lo higienice, movilice, o le indique cómo proceder para vestirse, por ejemplo, cuando el semejante responde a TODO lo que necesita el sujeto con discapacidad?

Es necesario que el niño, niña o joven con discapacidad perciba sus necesidades y se le dé la oportunidad de llevarlas a cabo por sí mismo, sin darle las respuestas a todo o tratando de hacer las cosas por él o ella a priori. Para que de esta manera, se pueda encontrar con la sorpresa, con lo diferente, lo inesperado, y elaborar la angustia que ello puede conllevar. Si esto es posible, se dará lugar a que se arme una respuesta propia frente a la adversidad. Si una persona puede conectarse con su mundo interno y registrar lo que siente, luego va a poder contener sus mociones y no actuar impulsivamente.

La fantasía

Jerusalinsky señala en su artículo ¨La sexualidad del deficiente mental¨ que, por ejemplo, una madre que no sólo se dedica a alimentar e higienizar a su hijo, sino también juega y fantasea, ¨le permitirá al bebe postergar sus realizaciones eróticas puramente corporales, y le otorgará un orden interno que le permitirá dirigirse al mundo social de la comunicación y el aprendizaje¨. Ese mundo interno implicaría el reconocimiento de sus afectos, el contener sus propios pensamientos. Pero si sólo se lo aborda como un cuerpo que necesita higiene y alimentación, donde no hay nada a inventar, sino que todo está ya cubierto por el Otro, y se anula ¨la promesa de realización sexual en el futuro¨, los impulsos quedan anclados al nivel del cuerpo y no encuentran alternativas posibles, marcos y bordes para expresarse.

Es necesario que el padre-madre transfiera algo de su deseo en el hijo, que por ejemplo un niño ciego pueda ver a través del vínculo con la madre, y no que ésta haga las cosas por él, o mire por él. El poder ver a través se podría pensar en un entre-nos que posibilita el lazo inicial con Otro, y que va a ser estructural para que el lazo sea luego con los otros de la sociedad. Como señalan Posse y Verdaguer: ¨El niño ciego puede tomar conciencia de su propio cuerpo y del de los demás; de la mano segura de sus padres podrá explorar e investigar el espacio y adquirir las pautas madurativas con placer. Es importante que cada objeto tocado y cada acción realizada sea nombrada como una forma de enriquecer lo experimentado¨. Es así como sostienen esta idea de la importancia de la nominación, de simbolizar por otros sentidos aquello que el niño con discapacidad no puede acceder por sí solo. Eso posibilita un deseo que no sea anónimo, un borde. La madre o el padre así dona su mirada, se deja atravesar nominando un sujeto, no se apropia de la falta del niño manejándolo, sino que a partir de no negarla, hace de esa diferencia particular, una singularidad que permite que el cuerpo siga perteneciendo al niño. Y sobretodo que ese cuerpo no sea una percepción errática, desanudada, sino que lo perciba como parte de su realidad. Sin emblemas identificatorios que aporten fantasías y una pantalla para abordar eso real del cuerpo, el sujeto queda como un objeto y su cuerpo se siente como extraño, no propio. Cuando el joven con discapacidad se aborda como un niño eterno, sin sexualidad, como un ángel asexuado, en el momento del embate pulsional, cuando el joven debe encontrarse con dicho real del cuerpo, al no haber pantalla fantasmática que mediatice, no hay orientación posible para el sujeto, no hay puntos de referencia. La sexualidad en estos sujetos discapacitados se expresa por ejemplo de manera desinhibida, impulsiva, sin velo o posibilidad de intimidad. Y la angustia, que es el afecto por excelencia de los siniestro, señal de lo real, no sólo adviene en el sujeto, sino más bien en los padres.

Bibliografía:

FAINBLUM Alicia: “Sexualidad y discapacidad intelectual: de eso no se habla – de eso no, se habla” (texto inédito). (2010).
FREUD, S. ¨Lo ominoso¨, Obras Completas Vol. XVII, Amorrortu, Buenos Aires, (1989).
JERUSALINSKY, A. ¨La sexualidad del deficiente mental¨. Trabajo presentado en 4° Congreso Ibero-latinoamericano para el Estudio Científico de la Deficiencia Mental. (1982).
LACAN, J.. ¨Respuesta al comentario de J. Hyppolite sobre la Verneingun de Freud. Escritos I. Ed. Siglo XXI. (1956).
LACAN, J. Seminario 14 ¨La lógica del fantasma¨ (inédito) (1966-1967).
POSSE F. y VERDAGUER S. ¨La sexualidad de las personas con discapacidad¨.
RELLA, F. ¨Psicología preventiva y sordera¨. Editorial Paidós. Buenos Aires. (2001).

Lic. Tamara Saúl

Tamara Saúl

Se recibió de psicóloga con Diploma de Honor en la Universidad de Buenos Aires. Realizó la Carrera de Especialización en Psicología Clínica de la Discapacidad de la U.B.A. y cursos de posgrados de Psicoanálisis en la Escuela de Orientación Lacaniana, Universidad de Buenos Aires, Centro de Salud Mental Ameghino, Hospital Ramos Mejía, entre otras instituciones. Además de haber participado de carteles de investigación en psicoanálisis, grupos de estudio y de supervisión.

Su práctica clínica la desarrolló fundamentalmente en el ámbito hospitalario, ya que formó parte durante del equipo de Pareja y Familia del centro de Salud Mental n°3 ¨Arturo Ameghino¨ y del servicio Infanto-Juvenil del Hospital ¨Ramos Mejía¨.

En el ámbito privado, trabajó como acompañante terapéutica, y actualmente realiza atención individual, de pareja y familia con orientación psicoanalítica en su consultorio privado.

Es directora de la Institución En-causar Psi, en donde se desempeñó inicialmente como coordinadora y supervisora de acompañamientos terapéuticos domiciliarios y educativos.