La comunicación


Por Lic. Mariela Passarello

La comunicación

Siempre fui una fiel creyente de que la comunicación es la llave maestra para que la interacción con otro sea eficaz. Por medio de ella nos expresamos y le hacemos conocer a otros nuestras necesidades y deseos. Cuánto más clara sea y menos fallas presente, mejor serán los resultados y menos malentendidos se producirán. Para que esto sea posible es necesario que se cumplan una serie de axiomas. Según Watzlawick, Jackson, Beavin y Bavelas existen cinco axiomas:

1. Es imposible no comunicar Cualquier conducta humana tiene una función comunicativa, incluso aunque esto se intente evitar. No sólo comunicamos mediante palabras, sino también con nuestras expresiones faciales, nuestros gestos e incluso cuando guardamos silencio.

2. El aspecto de contenido y el de relación Esta teoría plantea que la comunicación humana se da en dos niveles: uno de contenido y otro de relación. El aspecto de contenido es aquello que transmitimos verbalmente, es decir, la parte explícita de los mensajes. Este nivel comunicativo se encuentra supeditado a la comunicación no verbal, es decir, al aspecto de relación. Los aspectos relacionales de los mensajes modifican la interpretación que hace el receptor de su contenido, como sucede con el tono de ironía. La metacomunicación, que consiste en dar información sobre los propios mensajes verbales, depende del nivel relacional y es una condición necesaria para que la comunicación entre el emisor y el receptor tenga éxito.

3. La modalidad analógica y la digital En toda comunicación hay un contenido verbal y un contenido no verbal. El primero se refiere a la modalidad digital mientras que el segundo a la analógica, que implican los movimientos corporales y gestuales que se realizan.

4. La puntuación otorga significado Watzlawick opinaba que la comunicación verbal y no verbal tienen un componente estructural que resulta análogo a la puntuación propia del lenguaje escrito. Mediante la secuenciación del contenido del mensaje somos capaces de interpretar relaciones de causalidad entre eventos, así como de compartir información con el interlocutor satisfactoriamente. Las personas frecuentemente nos focalizamos sólo en nuestro punto de vista, ignorando el de aquellas con quienes hablamos y entendiendo nuestra propia conducta como reacción a la del interlocutor. Esto lleva a la creencia errónea de que existe una única interpretación correcta y lineal de los acontecimientos, cuando en realidad las interacciones son circulares.

5. Comunicación simétrica y complementaria La división entre comunicación simétrica y complementaria se refiere a la relación que existe entre dos interlocutores. Cuando ambos tienen un poder equivalente en el intercambio (p. e. conocen la misma información) decimos que la comunicación entre ellos es simétrica. Por contra, la comunicación complementaria se da cuando los interlocutores tienen un poder informativo distinto. Hay varios tipos de intercambios complementarios: uno de los interlocutores puede intentar neutralizar el intercambio, dominar la interacción o bien facilitar que la otra persona lo haga.

Ahora que conocemos los axiomas de la comunicación no sólo podemos analizar en la comunicación con cada alumno, familia, escuela y terapeuta para ver que está fallando en cada intercambio que realizamos, sino también que debemos tener en cuenta a la hora de comunicarles algo. Lo que primero deseamos comunicar a los actores que median en el proceso de enseñanza-aprendizaje de nuestro alumno, es cuál es nuestro rol dentro de este proceso. Para poder hacer que esta comunicación sea satisfactoria debemos tener en cuenta 4 factores situacionales:

1. La tarea concreta a desempeñar

2. Las características personales del/la Profesional de Apoyo a la Inclusión

3. Conocer su rol (asumido y asignado)

4. Qué expectativas tienen los otros.

El rol es la manera en que una persona demuestra lo que se espera de su posición en una determinada tarea. En primer lugar, para que el rol se produzca, debe existir un factor situacional, esto se refiere a la tarea concreta a la que nos vamos a enfrentar. En segundo lugar, considerar las características de nuestra personalidad, nuestras actitudes, las cuales definen el desempeño de la tarea. Un tercer factor, es el propio conocimiento del rol que vamos a llevar a cabo, el mismo puede ser asignado o asumido. Aquí suele producirse el primer problema ya que el rol que asumimos suele diferir del que nos asignan. Un cuarto factor es el conocimiento de las expectativas de los otros, es decir, que sepamos lo que esperan los otros de nuestra actuación. Esto nos allana el camino y nos permite esquivar obstáculos o hasta también impedirlos. Entonces si yo sé que tarea tengo que desempeñar, conozco mi rol dentro del proceso, descubro que rol me asigna el otro y sé qué espera el otro de mí, es posible entablar una interacción donde la comunicación de todo esto sea claro y lleguemos a un acuerdo. A partir de ahora es que podemos entonces empezar a planificar cuál es nuestro rol con cada actor:

Docente:

Debemos trabajar directamente con este siempre. Facilitándole herramientas y estrategias para que pueda intervenir con el alumno. Estas herramientas que le brindamos apuntan a que el maestro pueda:

● Dar lugar y a su vez llevar a cabo la tarea integradora.

● Conocer acerca de la dificultad del alumno integrado.

● Interiorizar los aspectos que comporta un enfoque integrador.

● Conozca las NEE (necesidades educativas especiales) del alumno.

Sin embargo, es importante saber que el docente por sí solo no es un ente aislado en el desarrollo de la tarea integradora, todo lo planteado requiere al mismo tiempo de la integración docente - PAI (Profesional de Apoyo a la Inclusión) para propiciar el intercambio y coordinar acciones, con un lenguaje común, en un clima de cooperación y flexibilidad.

Alumno:

Debemos lograr como PAI que esta relación sea lo más natural y motivadora posible. Debemos trabajar directa e indirectamente con el niño para poder dar lugar a que esta relación se lleve a cabo y no caigamos en la facilidad de hacer de este niño un alumno del PAI y no del docente. Para ello el docente debe presentar interés en las dificultades, fortalezas y resultados de este niño. Es así como se garantiza un aprendizaje significativo. Para ello debemos incentivar en el alumno la habitualidad de acudir al docente para mostrarle los resultados de sus tareas, para hacerle consultas o para pedirle permiso para salir del aula.

Pero… ¿cómo llevamos este rol a esta situación tan particular que estamos viviendo?

No debemos perder de vista que si bien los actores que integramos el proceso de enseñanza-aprendizaje somos los mismos, la dinámica de este proceso cambio al 100%.
El contexto no es el mismo, este es el primer eje que atraviesa a cada alumno. La casa de cada uno de ellos se transformó en el único ambiente en el que se desenvuelven por lo que se convirtió en la escuela, el trabajo de sus padres, el lugar de juego 24 x 7.
Esto nos lleva a que todas esas actividades ahora son compartidas y realizadas siempre con la misma persona. Perdiendo los espacios individuales que se tenían hasta hace dos meses.
El hogar es una coctelera de espacios, de voces, de necesidades, de llamadas. Entonces es un gran “lio” poder organizarse, comunicarse, cumplir con cada tarea solicitada, encontrar el tiempo para llevar a cabo cada labor.
Y es en este contexto en el que nos toca entrar a nosotros y poder llevar a cabo nuestro rol, tan importante para que la inclusión educativa de cada uno de nuestros alumnos se cumpla.
¿Cómo hacemos? Reinventándonos, haciendo de nuestro rol uno nuevo. Así como cada uno de nuestros alumnos y sus familias deben volver a “hacerse” en este nuevo panorama. Y este volver a hacerse se lleva a cabo en la acción, en el andar. Probando nuevas herramientas, teniendo una lectura del contexto que rodea a nuestros alumnos (escuela-familia-barrio).
Este análisis nos permite pensar en el cómo y cuándo intervenir. Armar un plan de trabajo y comunicarlo a la familia.
Este plan de intervención permite que todos los actores tengan en claro cómo será nuestra labor y cuándo se llevará a cabo. Si bien este es flexible, uno trata de que se mantenga la rutina para poder establecer una dinámica estable de comunicación y trabajo.
Esto también es nuevo para nosotros. Antes de la pandemia, si bien las intervenciones y las herramientas siempre han sido flexibles, los horarios y días de intervención así como el espacio eran fijos. Aprender a establecer este contacto, esta comunicación de manera fluctuante es complejo, y vuelve la tarea algo desgastante haciendo que nuestro rol muchas veces pierda importancia.
En los encuentros de capacitación que estamos llevando a cabo en estos meses les proponemos a los Profesionales de Apoyo a la Inclusión del equipo que analicemos juntos estos factores para poder encontrar nuevas herramientas y analizar en conjunto el estilo de comunicación, las fallas que surgen y nuestro nuevo rol dentro del contexto del covid-19.-

Lic. Mariela Passarello

Mariela Passarello

Psicopedagoga y Coordinadora General En-causar Psi.
Es Licenciada en psicopedagogía recibida en la Universidad del Salvador. Realizó sus estudios de Posgrado sobre diagnóstico psicopedagógico en Grupo Eppec.

Ha participado de jornadas sobre Actualización en Educación Inicial, Integración escolar. Así como cursos sobre RCP y Primeros Auxilios, entre otros cursos y congresos sobre la temática psicopedagógica y de problemáticas educativas. Realizó el workshop Nivel i y II del método de terapia relacional The Son-Rise Program.

Posee vasta experiencia como docente en nivel inicial y como Maestra Integradora en distintas Instituciones Educativas. Actualmente en el ámbito clínico, realiza diagnóstico y tratamiento a niños y adolescentes, así como charlas a grupo de padres. Es responsable del Taller de Juego de En-causar, docente del Curso de Acompañante Terapéutico y del Curso sobre Integraciones Escolares. Asimismo se desempeña como coordinadora y supervisora de los acompañamientos terapéuticos escolares de la Institución.