¿De qué hablamos cuando hablamos de ESI? Infancias y Adolescencias - Derechos humanos – Diversidad


Por Lic. Florencia Cencig

¿De qué hablamos cuando hablamos de ESI? Infancias y Adolescencias - Derechos humanos – Diversidad

Los diversos avances y las modificaciones de los marcos normativos en materia de discapacidad que se fueron desarrollando en las últimas décadas, aunque aún queda mucho camino por desandar; se confeccionaron, entre otras cosas, con el objetivo de alcanzar abordajes profesionales superadores construidos desde un enfoque de derechos humanos y una mirada integral. Pero, ¿cuánto de lo plasmado e incorporado en las leyes se materializa verdaderamente en la realidad?

Luego de atravesar generaciones que reproducían conceptualizaciones discriminatorias hacia las personas con discapacidad, las cuales se limitaban a explicaciones meramente biologicistas y fisiológicas; en diciembre de 2006, la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad logra establecer que son las barreras físicas, culturales, comunicacionales y actitudinales las que impiden generar igualdad de condiciones y obstruyen la plena participación de las personas con discapacidad en la sociedad (Eroldes, 2006).

En este sentido, resulta elemental el principio de accesibilidad para eliminar todo tipo de barrera que obstaculiza el ejercicio de sus derechos; y esto involucra fomentar el acceso a la información y a la educación en las temáticas de género y sexualidad, no solo para adultos sino, primordialmente, para las niñeces y adolescencias.

La ley N°26.150, que enmarca el Programa Nacional de Educación Sexual Integral (ESI), sancionada y promulgada en el año 2006; establece en su primer artículo que “Todos los educandos tienen derecho a recibir educación sexual integral en los establecimientos educativos públicos, de gestión estatal y privada de las jurisdicciones nacional, provincial, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y municipal. A los efectos de esta ley, entiéndase como educación sexual integral la que articula aspectos biológicos, psicológicos, sociales, afectivos y éticos”. Si bien la ley focaliza en la responsabilidad que tienen las instituciones, es sumamente significativo que la ESI se trabaje desde casa.

Siguiendo esta línea, cada persona, más allá de presentar o no algún tipo de discapacidad, cuenta con sus propios tiempos de desarrollo y crecimiento. Lo importante como familias es acompañarlos de acuerdo a las necesidades y las dudas que exponen, y responder a ellas en función a las características de cada niña o niño. No debemos olvidar que hablar de sexualidad no se limita, como prevalece en el imaginario social, a las relaciones y actos sexuales; involucra una multiplicidad de cuestiones que hacen a la salud integral de los seres humanos. Por eso, cuando hablamos de ESI con nuestras hijas e hijos podemos trabajar:

· El reconocimiento de las partes del cuerpo, sobre todo las íntimas.
· La identificación de lo público y lo privado. Saber diferenciar qué cosas pueden ser compartidas con los otros y qué cosas pertenecen a la intimidad y privacidad de una persona.
· El reconocimiento y la manifestación de emociones, necesidades y deseos.
· La incorporación de prácticas y hábitos de autocuidado e higiene personal.
· La deconstrucción de roles de género y figuras estereotipadas de acuerdo al sexo asignado al nacer.
· La construcción de vínculos afectivos sanos tanto con pares como con adultos.
· Transmitir información y herramientas para prevenir situaciones de ASI (Abuso Sexual Infantil)
· Promover la autovaloración y la autoestima.
· Promover la autonomía e independencia.
· Educar en el manejo de contenido digital y redes sociales a fin de prevenir prácticas de grooming.
· Transmitir información respecto a ITS (Infecciones de Transmisión Sexual), formas de cuidado y métodos anticonceptivos.
· Educar en el marco de la prevención de situaciones de bullying y discriminación entre pares.
· Hablar sobre identidad, diversidad, inclusión y el reconocimiento de las diferentes formas de familias.
· Fomentar principios y valores basados en una conciencia colectiva e inclusiva.

Las infancias y adolescencias tienen el derecho a ser escuchadas, acompañadas y recibir la información que necesitan respecto a su salud sexual. Generalmente, somos los adultos quienes presentamos resistencia para conversar con nuestros hijos, porque incomoda o rompe con aquellos mitos y tabúes que están establecidos históricamente a nivel social. Desde que nacemos somos seres sexuales, por lo que debemos implementar la ESI desde el inicio, y deconstruir la connotación negativa que le atribuimos a este aspecto esencial que forma parte de todos los seres humanos.

Asimismo, tenemos que contemplar que al existir diferentes tipos de discapacidades (motrices, intelectuales, visual, auditiva, visceral), las niñas y los niños pueden contar con distintas características que influyen en la forma de manifestar y vivenciar su sexualidad. Sin embargo, esto no debe obstruir su derecho a ejercerla. En muchas ocasiones cuando las familias omiten o reprimen hablar sobre la temática, contribuyen sin darse cuenta a que sus hijos sean más dependientes; como también refuerzan ciertas estigmatizaciones establecidas culturalmente, y restringen sus habilidades sociales y su capacidad de interacción solo al entorno familiar.

Como adultos responsables de llevar a cabo procesos de crianzas, es necesario ser conscientes de que podemos tener dudas y no saber cómo hablar o actuar frente a determinadas situaciones. En esos casos, lo importante es no negar lo que está ocurriendo, sino solicitar acompañamiento de aquellas personas o profesionales capacitados, que nos puedan brindar herramientas suficientes para generar en nuestros hijos desarrollos más integrales. Cabe aclarar que siempre se recomienda acudir a recursos y materiales elaborados y difundidos desde organizaciones reconocidas en el campo de la salud y la educación, o aquellos contenidos y guías producidos por los Ministerios Nacionales y Provinciales.

Trabajar la ESI tanto desde casa como en las instituciones formales y no formales, tiene que ser con el propósito de promover sociedades más inclusivas, plurales y diversas. Donde el enfoque de derechos humanos y la perspectiva de género sea transversal a todos los contenidos que se trabajan con las niñeces acorde a cada etapa, momento y edad.

En términos de Palacios (2008) resulta imprescindible reconstruir los contextos sociales y resignificar las relaciones humanas, de forma que se logre verdaderamente la eliminación de todo tipo de barrera que impide generar igualdad de condiciones. Por ello, es indiscutible que las infancias en situación de discapacidad tienen el derecho a recibir información y educación en materia de sexualidad; solo así se logrará construir trayectorias de vida más autónomas, dignas e independientes.

Bibliografía:
· Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, Ley 26.378
· Eroldes,C. (2006). Discapacidad: el enfoque de derechos humanos. Escuela de Trabajo Social-Universidad de Costa Rica.
· Ley 26.150 Programa Nacional de Educación Sexual Integral.
· Palacios, A. (2008). El modelo social de discapacidad: orígenes, caracterización y plasmación en la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad.


Lic. Florencia Cencig

Florencia Cencig

Lic. en Trabajo Social.
Se recibió de Licenciada en Trabajo Social, en la Universidad Nacional de La Matanza. Actualmente, se encuentra finalizando la formación posgrado en Educación Superior, en la misma Universidad.
Realizó varios cursos y jornadas sobre niñez y adolescencia, abordajes comunitarios y discapacidad. Como también, durante su formación de grado, se capacitó y trabajó como acompañante terapéutica.
Es escritora-columnista de la revista latinoamericana “Cuerpo y territorio”, de interés social, político y cultural. La cual reune profesionales de diversas disciplinas de América Latina. A su vez, es autora del libro para infancias libres, “Cuentos con alas y un pizcón de libertad”, y sus respectivas guías de orientación para docentes y cuidadores. El proyecto reune las temáticas de derechos humanos, educación sexual integral, diversidad e inclusión.
Su experiencia laboral ha sido en los ámbitos de niñez y adolescencia, programas de fortalecimiento educativo, políticas inclusivas para personas con discapacidad y salud. Sus intervenciones profesionales se encuadran desde la perspectiva de género y los derechos humanos, y su quehacer profesional se ha desarrollado en el marco del sistema de promoción y protección de los derechos de niñas, niños y adolescentes. Actualmente, forma parte del área social del equipo interdisciplinario de “En-causar Psi”.