Los que diagnostican por TV

Por Lic. Gabriela Palestrini

Los que diagnostican por TV

El discurso científico y el mediático entran a diario en contradicción en diversas crónicas policíacas plagadas de estereotipos sociales.

Si comenzamos recordando algunos de los principios y contenidos básicos que deben tenerse presentes a la hora de formular un Dictamen pericial, encontraremos hartas contradicciones con la incesante mediatización de los perfiles psicológicos de los “acusados” de hechos policiales. En primer lugar, cualquier consulta requiere del resguardo del más estricto secreto profesional, según la Ley Nº 23.277 del Ejercicio de la Psicología y, de ahí en más, de todas las prácticas, pruebas e informes que de ellos se desprendan. Pero se desdibujan los límites cuando se entrecruzan los discursos judicial y psicológico, siendo que nada debiera alterar el primer principio enunciado. Ocurre cada vez con más frecuencia, que los hechos policiales ocupan múltiples segmentos en los medios masivos de comunicación.

La extensión en el tiempo del tratamiento de estos temas, se hace completando los espacios con opiniones de las más amplias convicciones, con un objetivo explícito de informar, y otro implícito y real, al servicio de contribuir a formar una imagen social del “peligroso” que sume argumentos para justificar el estallido de una alarma social. De una u otra forma se intenta instalar como prioritario “el tema de la inseguridad” y para ello, conocer los rasgos de personalidad del posible atacante, resulta útil. A la recepción del mensaje podemos darle cierto grado de pasividad, al enunciante del mensaje no. Es así que, con las barreras éticas elevadas y la ayuda incondicional de la selección de imágenes, tenemos ante nosotros al monstruo aterrador al alcance, construido por las opiniones de expertos; al servicio del poder mediático.

En todas las épocas ha habido transgresiones y “delincuentes” o “criminales”, leyes y enjuiciamientos, pero presas de la invasión de estímulos atemorizantes, a esta sociedad ya no hay castigo que la conforme. Pero para castigar, hay que tener un culpable. Allí comienza la pesquisa y el foco de atención se desplaza sutilmente del hecho que se investiga al autor del mismo. De la pregunta ¿qué se juzga? Se formula a cambio, ¿A quién se juzga? Y es ahí donde se despliegan los perfiles criminales como verdades, desde quienes detentan el poder a través de llamado saber científico. Aquellos que debieran considerarse rasgos, una recurrencia de factores, un síntoma, o hábitos frecuentes en la vida de un sujeto se engloban en una totalidad certera que invisibiliza la parcialidad desde donde se formulan.

En este afán de conocer más sobre el autor designado de un hecho policial instalado, se le ofrece a la audiencia un perfil esclarecedor del “el psicópata”, “el perverso”, “el adicto” “el antisocial”, con cara y nombre. Pero algo no cierra en este razonamiento; dijimos que el foco se corre desde el hecho al autor, a pesar de lo cual, a la hora de diagnosticar a la distancia, se perfilan sus rasgos y hasta su estructura psíquica por el tipo de delito, no en base a las pericias reales y abarcadas en el correspondiente contexto. Tan es así, que es importante no contaminar la escena del crimen, pero ningún reparo se considera a la hora de una pericia psicológica pública de alguien a quien no se 28 Comunidad & Desarrollo conoce personalmente. El morbo provoca impacto, y se vende de tal forma que interesa saber sobre la personalidad del portero, la familia de Candela, o si el jovencito Arrúa robaba…pero nadie pregunta sobre el perfil del conductor Baby E. que responde a los tiros para “defender sus pertenencias” a expensas de arriesgar la vida de su hijo, y nunca hacen públicas las estructuras de personalidad de los policías que torturan hasta matar a un joven en una comisaría, o de los penitenciarios que declaran el suicidio por ahorcamiento de un interno de una unidad penitenciaria que tiene un orificio de bala en la cabeza. Y más aun, volviendo a esto último, es creíble y esperable que por sus características de personalidad se suicide un detenido en su celda, pero no se tolera pensar que por presiones diferentes pero de similar intensidad, un fiscal también puede suicidarse en un departamento de Puerto Madero. El tratamiento mediático apunta a objetivos diferentes. Es que el poder del discurso científico manipulado toma una parcialidad no para luchar contra una injustica, sino para justificarse. Cuando elaboramos perfiles a través de un hecho, estamos adjudicando algo a alguien que pudo o no ser.

O sea, al trazarse perfil de personalidad de un sujeto detenido, sería prudente que se respete el dictamen pericial como instrumento de prueba, para lo cual debe estar enmarcado en el rigor procedimental y los fines de la misma: rechazando la prestación de la información cuando puedan ser mal utilizados en contra de los legítimos derechos de las personas, los grupos, las instituciones y la comunidad. Es deber del profesional ser cauto, prudente y crítico, frente a nociones que fácilmente degeneran en etiquetas descalificatorias y discriminatorias. Del mismo modo se debe expresar su alcance y limitaciones, el grado de certidumbre de su contenido, así como el carácter actual o temporal del mismo. La evaluación psicológica conlleva un interrogatorio que también encubre su finalidad; indagamos sobre la historia del sujeto, o sea, los sucesos actuales en la vida del individuo se anteceden a si mismos, en condición de posibilidad, pero su desenlace nos lleva a pensar que la predisposición estuvo en la génesis de los hechos que acontecieron, entonces intentamos diferenciarnos del saber jurídico y con orgullo le aclaramos a nuestro entrevistado que no buscamos una confesión, le llamamos “implicancia”, pero para ayudarlo tenemos que escuchar qué hizo, y cuando lo tenemos, explicamos que eso que hizo, es atribuible a su subjetividad, más allá de la responsabilidad jurídica que lo alcance. O sea, la “ayuda” comienza cuando nos relata lo que hizo, y por lo que será juzgado y quizás castigado. Siguiendo a Michel Foucault en “Obrar Mal decir la Verdad” (S.XXI Editores,2014) cuando se estudia un acto, se juzgan con el estudio del sujeto anomalías, pasiones, instintos e inadaptaciones.-

Nota publicada en Revista “Comunidad y Desarrollo” de la Fundación Acción para la Comunidad, marzo 2015

Gabriela Palestrini

Psicóloga (UBA) – Docente de la Cátedra de Psicología Jurídica de la UBA y de la Univ. Favaloro – Perito de oficio – Perito de parte – Consultora y asesora técnica – Tutora de tesis de doctorado - Docente del ¨Curso sobre la Actividad Pericial del Psicólogo en la Justicia¨ de En-causar.