El rol del/la acompañante terapéutico/a está definido
a partir de cada caso en su singularidad. La función que va a ejercer el/la acompañante terapéutico/a va a depender de la evaluación
del padecimiento del/la sujeto a acompañar y de la situación en la que se encuentre inmerso/a.
Será el equipo de terapeutas
que coordina el acompañamiento junto a los/las profesionales que asistan al/la paciente los/las encargados/as en determinar cuáles
serán las intervenciones posibles para ese caso particular.
Las prestaciones de acompañamiento terapéutico en escuelas de la Provincia de Buenos Aires están enmarcadas en la figura de Acompañantes /Asistentes Externos o AE, según la Resolución Nº 782/13 del Ministerio de Educación.
La intervención del/la acompañante terapéutico/a apunta a la integración social dentro del ámbito escolar, su accionar está dirigido a la atención, asistencia y/o apoyo personal en las distintas actividades dentro de la escuela, al establecimiento de relaciones vinculares y, también, a la contención física o emocional del/la sujeto cuanto éste/a lo requiera. Este tipo de intervención concibe a la discapacidad, no a través de diagnósticos o rótulos estigmatizantes, sino de pensar a un/a sujeto con derechos y posibilidades de incluirse en los diferentes ámbitos de la sociedad.
Es en el marco de la inclusión educativa que pensamos la práctica de Acompañamiento Terapéutico, el mismo se considera un dispositivo esencial para aquellos casos que según su patología o circunstancias personales, familiares o sociales, requieren de un soporte técnico específico.
Se trata de un dispositivo de acompañamiento y sostén para el/la niño/a con necesidades educativas especiales, donde se dé lugar a que el/la paciente pueda desarrollar sus capacidades potenciales, adquirir el proceso de enseñanza- aprendizaje y establecer nuevos vínculos con su entorno, teniendo en cuenta las particularidades de ese/a niño/a a fin de desarrollar las estrategias necesarias para dichos objetivos.
Creemos que la dimensión terapéutica y la formación específica con la cual cuenta el/la A.T., lo/la convierten en un agente de salud con herramientas adecuadas para el abordaje de la población con discapacidad intelectual, niños y niñas con necesidades educativas especiales.
El/la acompañante terapéutico/a, contiene al/la paciente, trabaja en pos de la reinserción social, acompaña en el proceso de búsqueda de nuevos intereses y habilidades, se desenvuelve en ámbitos cotidianos (bares, clubes, domicilio, cine, shoppings, calle), así como en espacios terapéuticos tales como Hospital de Día, CET, neuropsiquiátrico, talleres, etc.
Es un recurso para evitar la cronificación y la estigmatización social ya que evita la cristalización de las acciones patológicas del/la paciente y lo/la invita a desenvolverse en ámbitos y a buscar formas de acción que apunten a una mejor calidad de vida.
El/la acompañante terapéutico/a interviene no sólo en relación al/la paciente sino también a su entorno familiar. A partir de considerar al/la paciente no ya como un caso aislado sino como emergente de un grupo familiar, se hace necesario un abordaje no sólo en el plano individual sino más bien ampliarlo hacia el conjunto de los vínculos del paciente con su contexto familiar.
Es allí donde el/la A.T. brinda contención al/la paciente y también a sus familiares que se encuentran afectados por aquello que le ocurre al/la paciente y, en muchas situaciones, no sabiendo cómo intervenir.
En estos casos el/la acompañante, a partir de su mediación entre el/la paciente y la familia, posibilita nuevos modos de vinculación como así también herramientas para poder restablecer el vínculo afectado por el padecimiento psíquico.
Es por esto que apuntamos principalmente a:
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